Ansiedad

El miedo llamó a la puerta, la confianza abrió y afuera no había nadie”

Proverbio Chino

 Miedo a sentir miedo, miedo a las sensaciones de nuestro cuerpo; miedo a determinadas situaciones, objetos, animales que te paralizan; miedo a los propios pensamientos, a la gente, a la soledad, a los conflictos, a tomar decisiones; miedo a enfermar; preocupación excesiva por todos y por todo; sensación de angustia constante, sin saber por qué, o sin nada definido que nos asuste… A esta sensación de angustia e inquietud que nos invade cuando percibimos o intuimos un peligro es a lo que llamamos ansiedad.

Por tanto, la ansiedad es un temor anticipado. Podemos definirla como la experiencia subjetiva de miedo excesivo e irracional, acompañado de intensas y desagradables reacciones fisiológicas, que experimentamos cuando anticipamos un peligro conocido o desconocido, real o imaginario, que podemos definir o no, del cual tenemos el impulso o la necesidad irrefrenable de escapar, o que tratamos de evitar a toda costa.

El miedo es una de emoción universal: todas las personas, en todas las culturas, en todo tiempo y lugar, lo sienten y expresan de la misma manera. Y, pese a que el miedo es individual, pues se experimenta de forma íntima y personal, tiene un gran poder de contagio que permite explicar la existencia de los miedos familiares (compartidos por los miembros de una misma familia) y los miedos sociales (compartidos por un grupo humano en un tiempo y lugar determinado).

El miedo es una emoción adaptativa que pertenece al sistema defensivo del individuo y de la especie; de hecho, hay miedos con los que nacemos y que afectan a la toda la humanidad. Sin embargo, hay personalidades particularmente vulnerables al miedo; se trata de personas especialmente sensibles a las señales de peligro, o más propensas a interpretar como una amenaza estímulos que no son en sí mismos peligrosos.

¿Cuál es la línea que separa lo normal de lo patológico? ¿Cuándo una respuesta adaptiva se convierte en un problema? Cuando deja de ser funcional y útil, para convertirse en disfuncional o perjudicial. El miedo cumple una función adaptativa porque es una señal que nos avisa de un peligro, ante el que debemos dar una respuesta que nos proteja. Tal respuesta ha de ser eficaz, apropiada y proporcionada a aquello que amenaza nuestro bienestar. La respuesta se convierte en patológica cuando es desproporcionadamente intensa, frecuente o duradera, en relación con el estimulo que la activa, y limita o anula nuestra capacidad de control y afrontamiento, produciéndonos sufrimiento y desadaptación.

Si tienes un problema de ansiedad, te puedo ayudar a comprender la raíz de tus miedos y a adquirir las competencias personales que te permitan afrontarlos eficazmente y recuperar el control de tu vida.

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