Sobrepeso

Si continúas haciendo lo que has hecho hasta ahora, siempre obtendrás los mismos resultados. Si lo que estás haciendo no funciona, haz otra cosa”

Joseph O’Connor.

La batalla contra el sobrepeso se ha convertido en una constante en nuestra sociedad. En esta parte del planeta comemos varias veces al día y, sin embargo, lo hacemos como si no hubiéramos comido nunca, o como si la comida se fuera a terminar para siempre.

Los problemas emocionales están claramente identificados a la base de las dificultades con la alimentación y el peso. Sea porque la ansiedad produce sensaciones de vacío semejantes al hambre o porque el estrés nos induce a comer sin medida, sea porque comiendo intentamos compensar otros déficits psicológicos, por la fuerte presión social, o porque disponemos de un exceso de comida y no tenemos que racionarla, lo cierto es que ingerimos mucha más cantidad de alimento de la que necesitamos. El resultado es la ruptura del equilibrio entre el ingreso y el gasto energético de nuestro organismo y, en consecuencia, la ganancia de peso.

Y entonces nos ponemos a dieta. Pero no hacemos una dieta equilibrada en la que comemos de todo en la medida que nuestro cuerpo necesita sino que, con el objetivo de perder peso rápidamente, hacemos una dieta muy restrictiva (en la que evitamos ingerir alimentos básicos) que nos hace perder kilos con rapidez, pero que nos desequilibra.

Cuando, con mucho sacrificio alcanzamos el peso deseado, retomamos los antiguos hábitos de alimentación y recuperamos el peso perdido. Y así, tras varias dietas draconianas de adelgazamiento, nuestro cuerpo aprende que de vez en cuando, y sin previo aviso, dejamos de suministrarle alimentos o le privamos de otros que necesita para mantenerse sano y a pleno rendimiento.

La sabia reacción del organismo es ahorrar energía. Cuando recibe poco alimento reduce el gasto energético necesario para su normal funcionamiento; cuando no está a dieta acapara para estar preparado en futuras épocas de escasez. La despensa del cuerpo se hace fundamentalmente de grasa, así es que los alimentos extra que ingerimos los trasformamos en grasa y los almacenamos para cuando sean necesarios.

Cansancio, desmotivación, sufrimiento, frustración, distorsión de la imagen corporal, trastornos graves de alimentación, ansiedad, depresión, estrés, son algunas de las consecuencias psicológicas que sufrimos cuando el objetivo es perder peso, en vez de aprender a comer adecuadamente.

¿Qué podemos hacer? Podemos empezar por analizar y comprender la raíz de tu problema con el peso y, a partir de ello, determinar un plan de intervención que te permita alcanzar tus objetivos. Las dificultades psicológicas tienen un lugar protagonista en nuestros problemas con la dieta y el peso y si no las abordamos tendremos difícil conseguir el control de nuestro cuerpo.

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